Vocabulario básico del vino, del cuerpo a los taninos
El sommelier Francisco Rodríguez indica que muchas veces suele confundirse la acidez con el amargor, pero el toque ácido de un vino es un sabor que por lo general hace salivar. En los espumosos y blancos es muy evidente la acidez y en los tintos suele disfrazarse con la frutalidad, pero siempre es necesaria para darle balance al vino. Incluso en los dulces la acidez hace que el dulzor no sea tan intenso.
El tanino es la sensación rugosa del vino tinto y que deja resecos los dientes y las encías. El sentir esa resequedad es indicativo de qué tan tánico es un vino. Con el tiempo de guarda los taninos suelen suavizarse si existe la acidez correcta y se tornan menos duros y más elegantes. El aporte de esta sustancia es que es un polifenol que tiene el beneficio de ser antioxidante.
El alcohol es un componente del vino que proporciona los aromas, pero no debe de oler como tal en un vino porque es signo de desbalance. En boca el alcohol debe proporcionar una sensación tibia y más aceitosa del líquido sin llegar a quemar como en el caso de un aguardiente. Se obtiene cuando el mosto o jugo de la uva se fermenta y el azúcar se transforma.
El azúcar es otro componente en el vino que muchas veces es disfrazado por la acidez, pero que por lo general está en el contenido. Muchas veces se cree que los sabores frutales del vino son azúcar, pero no lo es. Este elemento proviene de las uvas y del azúcar que no se fermentó. Muchos productores la utilizan para cubrir defectos en el vino.
Finalmente, el cuerpo es otro concepto un poco abstracto para el vino pero tiene que ver con la sensación y peso que produce en boca. Como referencia está la leche, una versión light y desgrasada será muy ligera y acuosa, la leche entera o bronca será más pesada y cremosa. En el caso del vino si está bien balanceado, con una graduación alcohólica correcta tendrá un buen cuerpo.
Vida y Estilo
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