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Aromáticas uvas ‘playeras’

España - Sitges esconde un secreto en una botella. Además de una playa urbana comparada con Saint Tropez y un famoso festival de cine, esta localidad costera catalana tiene una uva mediterránea cuyo nombre procede de la ciudad del Mar Egeo Monemvasia y que forma parte de la historia del vino: la malvasía.

La leyenda atribuye la plantación de las primeras cepas en Sitges gracias a un habitante de la ciudad, un tal Jofre, que participó en la defensa de Sicilia a las órdenes de Roger de Llúria. En el relato medieval Tirant lo Blanc se citaba la malvasía y se le suponían propiedades tónicas medicinales, según cita la gastroteca de Cataluña.


De granos pequeños y gruesos, muy dulces y aromáticos, esta uva se cultiva en los campos de Sitges y sus alrededores. Es una pequeña joya playera que se utiliza en la elaboración de vinos de las denominaciones de origen Penedés y Tarragona, pero que tiene personalidad propia.

La organización Slow Food (enfocada en la comida responsable y la preservación de variedades autóctonas), en su baluarte de la comarca del Garraf, acogió bajo su paraguas a la malvasía de Sitges y emprendió una campaña divulgativa con la veterana bodega del Hospital Sant Joan Baptista (legado de la familia Llopis) y la bodega Vega de Ribes (centrada en la agricultura ecológica). No solo se promocionaba el valor de la malvasía más conocida, la dulce (para postres, pasteles y frutos secos); se mostraba el vino de malvasía seco (maridaje sugerido con frutos secos salados, mariscos y quesos curados) y el espumoso (para acompañar con arroces y platos con carnes blancas y aves).

“La malvasía de Sitges es la misma que la de La Palma y la de Bañalfufar en Mallorca”, explica el enólogo Gerard Jané, y reivindica que esta malvasía peninsular tiene un origen real de Grecia. “Respecto a otras malvasías, la de Sitges muestra fuertes una gran acidez, un gran potencial de azúcar y registros aromáticos que pueden ser comparables a la uva riesling, notas de fruta exótica (fruta pasión) así como florales. La vinificamos de diferentes formas, tanto como vino seco, semiseco y dulce; la mayor producción que hacemos es como vino seco y con parte de fermentación en barrica”, explica Jané.

“Las variedades tradicionales son un gran patrimonio, y hay uvas como la malvasía y la sumoll, que durante muchos años no hemos sabido valorar. Las dos son muy rústicas y con una gran acidez, lo que las hace muy interesantes de cara al cambio climático”, indica el enólogo, quien subraya el potencial de la sumoll para vinos monovarietales: “muy interesante para vinos rosados, tanto tranquilos como espumosos”.

De las dos uvas elaboramos unas producciones pequeñas, en torno a 300 o 1.800 botellas, en función de la añada y el tipo de vino”, afirma Gerard Jané. Estas uvas que cita forman parte de lo que llama “vinos experimentales” dentro de la producción de la bodega familiar que dirige, Jané Ventura, que el próximo año cumplirá su centenario.
Vino blanco Jané Ventura de malvasía de Sitges.
Como otras bodegas familiares catalanas, apuesta “por la elaboración artesana”. Su firma, ya en la cuarta generación, con viñas en la comarca del Baix Penedés, entre el mar y la montaña, centra su máxima actividad en el cava, vinculado además con la música y con actividades culturales. Desde 1995 patrocina el Festival Internacional de Música Pau Casals y ha colaborado en la edición de discos y en conciertos conmemorativos.

Las etiquetas siempre llevan una referencia territorial y cada año presenta un cava “reserva de la música”. “Hace dos años presentamos 2.039 botellas de un cava dedicado a la restauración del órgano de la iglesia del Vendrell”, recuerda el enólogo.

El Gran Reserva Vintage 2008 de Jané Ventura se llama DO, precisamente como las notas musicales que Gerard Jané percibe en las uvas del cava (Xarel·lo, Macabeu y Parellada). Y “do es don en catalán”, recuerda el enólogo, como lo que, insiste, tiene la malvasía de Sitges.

El País - Cultura

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