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Vinos blancos, rosados, tintos...¡y también naranjas y verdes!

A la hora de encontrar nuevas experiencias, el mundo del vino es prácticamente inagotable. En esta oportunidad, vamos a descubrir dos tipos de vinos no muy conocidos: los llamados “vinos naranjas” y los “vinos verdes”. Ambos se encuentran en mayor medida en Europa, y también en Estados Unidos. Cada uno de ellos cuenta con una historia y características únicas y particulares, transformándolos en variantes muy interesantes, dignas de ser probadas.

Vinos blancos, rosados, tintos...¡y también naranjas y verdes!


Los vinos naranjas

Uno de los puntos básicos a tener en cuenta para cualquier elaboración de vino estándar, es que los tintos nacen de la maceración del líquido que poseían en el interior las uvas, con los hollejos y semillas. Ese contacto es la piedra fundamental de cualquier tinto o rosado, partiendo de la premisa que es de este modo por el que obtienen su color y sus taninos. La maceración puede realizarse con diversas metodologías y extenderse por variados periodos de tiempo.

En cambio, en los vinos blancos, esa maceración no existe, o existe sólo por un tiempo limitado, antes de que comience la fermentación. Es la llamada maceración en frío o maceración prefermentativa. De ese modo, se pueden extraer componentes aromáticos, sin obtener una mayor cantidad de taninos y otros polifenoles que harían la bebida demasiado tánica y astringente, además de poder provocar un enturbiamiento del líquido.

Ahora bien, sucede que hace cientos de años, los tintos y los blancos se realizaban de igual modo, en pleno contacto de los sólidos con el líquido, y algunas culturas y algunos productores continuaron y mejoraron el procedimiento, dando como resultado los “vinos naranjas”, que son blancos macerados durante semanas o meses con las pieles de sus uvas, obteniendo mayor carga colorante, tánica y aromática que lo habitual. Se elaboran tradicionalmente en Georgia, Eslovenia, Croacia e Italia, y también en Estados Unidos, en todos los casos en general con cepas autóctonas.

Las características de los vinos suelen ser: Color amarillo intenso, variando en cobre, anaranjado, y hasta rosa claro. Aromas florales y frutales complejos como duraznos, naranjas y manzanas. En la boca presentan una importante carga de taninos y acidez, con cuerpo medio. Es claramente algo distinto de lo que estamos habituados a beber. La temperatura de servicio recomendada ronda los 17 grados, como en un tinto. Si se sirviese más frío, como un blanco, resultaría muy astringente.

Los vinos verdes

Su nombre original es “vinho verde”, y así es como se lo conoce en Portugal, principal elaborador de este tipo de vino, con epicentro en la región de Minho, al noroeste del país. La forma en la que es llamado no hace referencia propiamente a su color, sino al estadío precoz de maduración en el cual son cosechadas las uvas que lo constituyen. Son un estilo de vino para ser bebido fundamentalmente en su temprana edad, no siendo pensados para la guarda.

Esta particular bebida tiene más de 100 años de historia en Portugal, donde cuenta incluso con una Denominación de Origen Controlada que certifica su producción. Existen sólo un puñado de cepas autorizadas oficialmente para elaborar este tipo de vino, de las cuales sin duda la blanca Alvarinho es la más selecta. La forma en la que crecen las vides y son conducidas es también muy singular y llamativa, puesto que las mismas son dispuestas en forma de pérgolas a gran altura, llegando incluso a los nueve metros.

En el clásico vino verde, luego de una vendimia temprana, se realiza la típica fermentación alcohólica, y pasado un breve tiempo de reposo, se embotella con la intención de que produzca la fermentación maloláctica (donde se transforma el ácido málico en láctico) dentro de la botella, lo que le va a otorgar sus clásicas trazas de gas carbónico, sin llegar a ser un vino espumoso. Se desarrolla sólo una pequeña cantidad de dicho gas. También se puede promover ese proceso en los tanques herméticos de vinificación, y luego embotellar ya con las suaves burbujas incorporadas (actualmente, es el método más usado).

Si bien existen “vinhos verdes” rosados y tintos, la variedad por excelencia es el blanco. El producto final es de bajo a moderado grado alcohólico, alta acidez, ligeramente espumoso, de color amarillo pálido, aromas suaves a frutas y flores, y de aspecto límpido. La recomendación es beberlo a temperatura más bien fresca, como se beben los vinos blancos jóvenes, y así poder apreciar todas sus cualidades.

Diego Di Giacomo
info@expovinosbariloche.com
www.expovinosbariloche.com

ANB

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