El despegue del vino israelí
Desde
que el mundo es mundo, el vino ha acompañado el periplo vital del
hombre. Y una de las referencias más antiguas que tenemos de tan noble
compañía la encontramos en Tierra Santa. De hecho, son contados los
países donde existe una documentación tan precisa sobre el néctar de la
uva.
Echando un vistazo al Antiguo Testamento,
encontraremos que en la “Parábola del Buen Samaritano” (Lc 10:25-37),
por ejemplo, el herido recibe primeros auxilios en sus heridas con vino
y aceite de oliva; y en Deuteronomio (08:08), el “fruto del vino” se
describe como una de las siete especies benditas que se encuentran en
Israel, así como, a su vez, es una de las cinco ofrendas de Shavuot.
Esto
demuestra que el vino se ha producido en este lugar muchísimo antes que
en Europa, como lo comprueban las recientes excavaciones que han sacado a
la luz prensas antiguas y vasijas de almacenamiento que indican la
existencia de una industria vinícola en toda la zona. De igual manera,
las uvas, los racimos, las vides y las parras son motivos que se
encuentran con frecuencia en monedas y vasijas antiguas.
Si quisiéramos hacer un poco de historia sobre la
trayectoria del vino, habría que decir que desde hace 3000 años Oriente
Medio y el Mediterráneo oriental han sido la cuna de la producción de
vinos, y la antigua Canaán es uno de los primeros países donde se
cultivaron cepas. Posteriormente, la producción sufrió un abrupto cese
en el siglo VII con la conquista islámica de Israel; esta invasión casi
acabó con la viticultura en la zona, y muchas especies de uva fueron
arrancadas de raíz y erradicadas. Pero a finales del siglo XIX el sector
del vino local recibió el empujón del Barón Edmond de Rothschild,
filántropo sionista, quien se convertiría en el progenitor de la
vitivinicultura moderna de Israel cuando importó variedades francesas de
uva, así como conocimientos y tecnología para su procesamiento.
Los primeros vinicultores del siglo XX que
incursionaron en un terreno más comercial apostaron por elaborar
únicamente vinos dulces, usados para el Kidush —la santificación del
vino antes de la comida del shabat— o para otras fiestas; pero ya en los
inicios del siglo XXI la producción y el sabor del vino en Israel han
alcanzado niveles internacionales de calidad, y compiten con los mejores
del mundo.
El terroir, las zonas productoras
La calidad del vino depende de las uvas, lo que
consecuentemente es resultado del lugar de cultivo y su clima. A esto se
denomina terroir, y según el poeta valenciano y experto en vinos
Alejandro Oliveros: “El empeño más arduo del productor serio es la
correspondencia entre los sabores del caldo y la tierra donde fue
plantada la uva. Esto, en francés, se conoce como terroir. Y es lo que
debe distinguir a un vino de otro”.
Siendo así, los vinos producidos en Israel deben
tener una marca propia —y de hecho la tienen—, que viene dada por las
regiones donde se cultiva la uva, cuya geografía forma parte del
Mediterráneo (un terroir perfecto), y las cuales son las siguientes:
p Galilea: comprende desde los Altos del Golán (el
mejor escenario para producir vinos gracias a las diferencias de altitud
y orientación) hasta las tierras altas y bajas de Galilea; no pocas
bodegas usan las uvas provenientes de la región para sus cortes más
apreciados, debido a sus brisas, las marcadas diferencias entre
temperatura nocturna y diurna, y sus suelos bien drenados.
p Samaria: región donde los primeros colonos
modernos, con la mencionada ayuda del Barón de Rothschild, plantaron sus
viñedos y crearon la maravilla de la que podemos disfrutar hoy.
p Sansón: se encuentra en la franja costera al sur
de Tel Aviv, entre los montes de Judea y la llanura de la costa, por lo
que goza de un clima típicamente marítimo.
p Judea: la tierra que alberga la Ciudad Santa de
Jerusalén, en cuyo norte y oeste se han plantado viñedos, que
rápidamente aprovecharon las noches frescas que se generan en sus
colinas.
p Néguev: el desierto redescubierto hace pocos años
como una potencial zona donde plantar viñas, a pesar de haberlo sido
desde los tiempos antiguos. Por ser desierto, la amplitud térmica es tan
destacable como beneficiosa.
Hay que anotar que en Israel las características
climáticas son de veranos prolongados, tan calurosos como secos,
seguidos de inviernos cortos y húmedos, en los que llega a nevar en las
tierras más elevadas. Esta diversidad de microclimas admite numerosas
variedades de uvas que pueden crecer en distintos tipos de suelos con
resultados excelentes: en 1980 llegan el Merlot y el Chardonnay, y al
advertir su inmediata adaptabilidad se volvió popular la plantación de
la variedad Syrah. Los viñateros locales siguieron ampliando la oferta
con Riesling, Cabernet Franc, Pinot Noir, Petit Verdot y Sangiovese.
Actualmente las principales cepas desarrolladas son Cabernet Sauvignon y
Sauvignon Blanc, y se están haciendo pruebas con las Malbec y
Tempranillo, tan conocidas y bien cultivadas en nuestro hemisferio
suramericano. ¡La mejor suerte en esta empresa!
El vino y la música
Adam Montefiore, el llamado “embajador del vino
israelí” y encargado de la Bodega Carmel, dice que: “El vino es como la
música; cada cual puede elegir lo que quiera. Algunos gustan de la
música simple, a otros les gusta Bach. Algunos se deciden por el rock o
el hip hop… De modo que, básicamente, un vino que es sabroso para
alguien es un buen vino. Y es la variedad la que los hace tan
interesantes”.
“Los Senderos del Vino”
Con el fin de explorar seriamente la industria del
vino de Israel, los turistas pueden disfrutar de “Los Senderos del
Vino”, un evento que se llevó a cabo en el norte del país, el Golán, los
valles y la Galilea, por cuarta vez. Abrió el 2 de mayo con el ya
tradicional congreso del vino en Rosh Pina, donde en la calle Kishón de
Tiberíades tuvieron lugar muestras de arte, comidas, música y otras
actividades. Estuvo abierto inclusive durante la festividad de Shavuot y
hasta el 17 de mayo, y además de la venta de vinos, ofrecieron paseos
guiados. Fue patrocinado por el Consejo del Vino y la Uva, el Ministerio
de Turismo, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y otras
instituciones de diversos Consejos Regionales.
Datos curiosos
El 85% de todas las bodegas que operan actualmente en Israel se han fundado en la última década.
En la década de 1990, la producción de vino, que
había sido de blancos en un 70% y de tintos en un 30%, cambió a un 60%
de tintos y un 40% de blancos, atendiendo a los nuevos gustos.
Las bodegas israelíes, tanto a escala industrial
como artesanal, producen más de 36 millones de botellas al año, según el
Consejo del Vino de Israel, y la mayoría de ellas son kasher.
En 2011, las exportaciones israelíes de vino
ascendieron a más de 26,7 millones de dólares, según la Oficina Central
de Estadística.
Los principales importadores de vinos israelíes son: 1. Estados Unidos; 2. Francia; 3. Reino Unido; 4. Alemania; 5. Canadá.
A partir de la asistencia de expertos
californianos, hace unos 20 años los israelíes beben un promedio de 6,5
litros de vino per cápita al año, en comparación con 3,9 litros hace una
década.
El 40% del vino del país es producido en el norte de Israel: Galilea, Golán y los valles.
El 60% de los israelíes prefiere el vino local.
Vinos kasher
El 85% de los vinos israelíes son kasher, y
constituyen la principal exportación a la diáspora judía.
Kasher significa que el vino cumple con los estrictos criterios de
producción rabínicos. Hasta hace no mucho tiempo, los vinos kasher se
identificaban con los sacramentales dulces, y los clientes preferían
ignorarlos. Esa actitud ha cambiado paralelamente con la calidad del
vino, y las exportaciones a Estados Unidos dieron un salto del 238%
entre 2001 y 2005. La clave del éxito parece estar en la calidad de las
plantaciones de uva y la excelente formación de sus jóvenes enólogos.
Actualmente no hay contradicción entre vino kasher y buen vino.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita
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