Vinos latitud 0º
Decidirse a elaborar vinos de calidad en un país cálido, tropical, parecía un disparate. Se creía que no se podían producir uvas para vino y mucho menos de calidad. Los entendidos aseguraban que, si no hay estación fría donde la vid entre en reposo, era imposible. Es por esto que hasta ahora en Ecuador, se diluía mosto importado, se fermentaba y se elaboraban caldos que bajo la legislación de la OIV no entrarían en la categoría vino.
Sin embargo, pocas cosas parecen imposibles en la actualidad, y el mundo del vino no es ajeno, en él se están derribando mitos a borbotones. Uno de los más recientes ejemplos de estos cambios es la República del Ecuador, allí, donde convergen los dos hemisferios, donde hay latitud 0º, se da paradojalmente un microclima de corrientes frías y estación seca cerca de la costa, con un lecho marino en actividad como suelo, un exótico terroir para el vino, una perla de vinos diferentes, impensados para los entusiastas y amantes del vino.
Y, para completar, este visionario emprendimiento dirigido por los empresarios ecuatorianos Guillermo Wright y Alejandro Taramelli, está integrado por dos destacados profesionales mendocinos artífices de esos vinos y de sus uvas, el enólogo Abel Furlan y el ingeniero agrónomo Hernán Cortegoso y, junto a ellos, el arquitecto Gabriel Japaz a cargo del diseño y proyecto de la bodega.
Viñedos entre caracolas de mar
A pocos kms. de San Miguel del Morro, a 90 km de Guayaquil y a unos 15 km del mar, se encuentra Santa Elena, cerca de Playas y de Salinas dos balnearios frecuentados en vacaciones por los guayaquileños.
Horas de bruma durante la mañana y pasado el mediodía, protegen a la piel de las uvas y a las hojas del sol. La temperatura matinal es templada, luego se despeja y a última hora, la brisa marina recorre las viñas reduciendo la temperatura ambiente y la humedad, y por consiguiente, el riesgo de enfermedades. Por ser una zona sin agua con suelos aptos para cultivo, hace 15 años se llevó a cabo un moderno proyecto de trasvase del Daule, uno de los principales ríos de la costa ecuatoriana, a través de canales cementados e impermeables y un sistema de exclusas que transformó en cultivables 70.000 hectáreas, porción similar a las tierras vitivinícolas de San Juan y un 1/3 de Mendoza bajo riego, ya que en nuestra provincia hay cerca de 300.000 hectáreas de vid.
En un inicio, se implantaron variedades de mesa y en 2004 se apostó por uvas viníferas. Se importaron los mejores clones de Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Pinot Noir, Shiraz y Chardonnay, varios obtenidos de Cafayate, Salta, y con la experiencia del destacado enólogo Abel Furlan, se elaboró el primer vino ecuatoriano de alta calidad: Paradoja 2006, blend de Cabernet Sauvignon y Malbec.
Alentados por los resultados, se diagramó una estrategia para conseguir vinos de alta gama para exportar, que incluyó la incorporación al equipo del ingeniero agrónomo mendocino Hernán Cortegoso a cargo de los viñedos y la calidad de las uvas.
Hernán es un experimentado consultor al frente de diversos proyectos propios y de terceros en Valle de Uco y Mendoza en general, quien además ha desarrollado emprendimientos en Mar del Plata, Tandil y Sierra de la Ventana, cerca de Bahía Blanca, todos lugares no tradicionales para la elaboración de vinos. Según comenta “el hallazgo de Dos hemisferios fue haber plantado cerca del mar, allí influye de gran manera la corriente de Humboldt, corriente fría del pacífico que genera algo similar a lo que ocurre en el norte de Chile, un clima seco prácticamente sin lluvias desde mayo a enero. Esto demuestra que a través de la experimentación surgen variables que hacen que numerosos lugares en el mundo puedan ser aptos para elaborar vinos y de alta gama”.
¿Tiene que ver con pensar al vino como un producto inherente a las condiciones particulares de cada lugar?
Hoy el trabajo del enólogo e ingeniero agrónomo es darle una particularidad a cada vino para que alguien lo demande. Salimos al mundo desde Argentina y obviamente llevamos un Malbec o Torrontés por todo lo que significaba, y luego el resto. Hay que tener algo distinto que ofrecer. Por esto es que, en Ecuador el desafío es hacer un trabajo de diferenciación para armar una imagen de país productor de vinos de alta gama que no existe hasta el momento.
¿Cuáles son las fortalezas que han identificado?
En cuanto al lugar, además de la influencia marítima con su particular corriente fría que define un microclima, el suelo es quizás el rasgo más influyente de ese terroir sobre la uva. Es un lecho marino que, en términos geológicos, se elevó hace muy poco tiempo, que tiene una poderosa actividad en el crecimiento de la planta en cuanto a la fertilidad, le aporta un ph alcalino, algo muy difícil en una zona húmeda y muy deseado para la calidad del vino, y la mineralidad de la uva que es un elemento también muy buscado.
¿Cómo traducirías esto en las características de los vinos?
Diría que, a pesar de ser una zona tropical, la vid logra desarrollar una expresiva gama de aromas y un color muy importante. En variedades como Chardonnay, Pinot Noir y Cabernet, donde se busca la particularidad de la elegancia ligada al aspecto mineral más que al frutal, da todo un perfil de vinos muy interesante.
Y respecto al Malbec, ¿cómo lo describirías en relación al nuestro?
En un lugar donde no hay amplitud térmica lo que se espera es que no haya gran concentración de aromas ni de color. Sin embargo, los racimos de Malbec en San Miguel se dan de un color azul oscuro profundo, con la particularidad de bayas grandes y piel muy gruesa. Los vinos, según les comento allá, no poseen grandes diferencias con los de Tupungato en cuanto a color y tipicidad.
La herencia de la experiencia argentina
Hoy hay que integrarse al mundo para poder crecer como país, porque si no exportás tus productos tampoco podes proyectar un crecimiento sustentable. Asegura el ingeniero y consultor.
Hace dos décadas comenzaban a llegar a nuestro país consultores de California, Australia y Europa para enseñar cómo lograr calidad en los vinos y competitividad en el mundo. Hoy, después de haber transitado la experiencia argentina, varios profesionales de nuestra industria están siendo requeridos para ayudar a desarrollar nuevos lugares como Ecuador. Según Hernán, “fue un aprendizaje constante, desde el 90 donde no existían vinos de alta gama, se descubrió el Malbec y recién en el 98 fue la explosión de los primeros Malbec de calidad internacional”.
En estos emprendimientos se trata de que no se cometan los mismos errores. Actualmente existe un panorama enorme para todo lo que sea original. El consumidor de vinos de alta gama es muy infiel a todo, un buscador y, cuando percibe que hay un proyecto genuino que puede ofrecerle algo distinto lo va a probar.
Además, Ecuador posee un gran desarrollo turístico y la gastronomía está ineludiblemente ligada al turismo. Hay tres ejes importantes a asociar, la gastronomía ecuatoriana asada en los frutos de mar, ya que es uno de los principales países productores de camarones del mundo, el turismo con la exuberancia del clima tropical desde Galápagos al resto del país y la cultura, con artistas mundialmente reconocidos como Guayasamin. Todo este potencial debe comunicarse y ser expresado en la imagen del proyecto y en el carácter de los vinos.
¿Cómo es el consumo de vinos en Ecuador?
Es un mercado muy joven, el mismo clima los lleva a optar por otras bebidas como ocurre en México con el tequila, los ecuatorianos son cerveceros y de bebidas blancas, y en un primer momento no querían vinos ecuatorianos por su poca calidad.
Hoy hay una base de comunicación importante que está posicionando la gastronomía de alta
gama junto al vino. Quito es la capital cultural, en donde ya hay restaurantes que piden vinos ecuatorianos para sus cartas, mientras que, Guayaquil es una ciudad industrial, la más importante desde el punto de vista económico, con grandes centros comerciales y menor desarrollo cultural.
Ecuador está en un proceso similar al de Brasil. Hace diez años los brasileños comenzaban a comprender qué era un vino de alta gama y hoy poseen la gastronomía más avanzada de Sudamérica, no encontrás un restaurante que no tenga una cava muy tecnificada con vinos de todo el mundo.
¿Cómo está posicionado el vino argentino en el mercado ecuatoriano?
Tradicionalmente ha habido mucho vino chileno por una relación económica muy importante entre ambos países. En cuanto a los vinos argentinos, las bodegas han hecho un trabajo fuerte, hay una muy buena presencia, el empresario ecuatoriano que pide un vino argentino en Nueva York o Miami luego lo vuelve a pedir en su país. Argentina está posicionada como marca de vinos de calidad en todo el mundo.
Ecuador tiene una ventaja y desventaja a la vez, posee una economía dolarizada y si bien para el consumo interno es caro, los valores que se pagan para el exportador son interesantes. Los precios están un poco elevados al consumidor final lo cual permite un mejor margen para el productor argentino que vende en Ecuador y para el productor ecuatoriano todavía está la posibilidad de tener más margen en el mercado interno que en la exportación.
La vanguardia en el vino ¿La filosofía de un wine enthusiast es buscar cosas nuevas?
Creo que todo evoluciona, el vino, el consumidor, el mercado. Tiempo atrás hacíamos vinos voluminosos de alta concentración con mucha madera y la vanguardia nos ha llevado a elaborar vinos particulares antes que maderados. Ha cobrado gran fuerza el concepto de mínima intervención y si se busca que el suelo esté presente en un vino, hay que ir a lugares donde los suelos sean particulares, en donde la geología se exprese en forma potente con desniveles, movimiento, montaña, energía.
Es la búsqueda actual, lograr que la uva sea expresión del suelo y el vino expresión de la uva, para lo cual como enólogos y agrónomos tenemos que interpretar más el lugar e intervenir menos.
Teniendo presente que seguirá firme la presencia del vino al lado de la alta gastronomía. Por supuesto, porque eso lo entiende un chef de Ecuador como uno de Dinamarca y es la gran oportunidad para el vino.
Los Andes
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