Cinco errores comunes al beber vino
Otra falla es creer que ‘cuanto más tiempo tiene el vino, es mejor’, pero no es así con todos los vinos. Un vino joven necesita ser consumido lo más pronto posible. Los vinos añejos sí pueden mejorar con los años aunque hay que tener en cuenta varios factores como el tiempo de añejado, la variedad de las uvas, el tipo de barrica, las condiciones de la guarda y la calidad de la añada a la que pertenece el vino. Al momento de consumir, la cantidad de vino es clave. El vino debe servirse hasta la mitad de la copa. Esto permitirá que los vapores de la bebida se recojan en la parte superior y aumentarán el placer de beberlo. En los vinos espumosos esto evitará que se pierda frescura. Al momento de girar la copa para ver el cuerpo y contextura de este licor, se suele caer en la falta de sacudirlo exageradamente.
Para poder hacer esta observación con tres giros suaves y sin grandes aspavientos es suficiente. Pues el objetivo de mover la copa es liberar moléculas que potencien el aroma que emana del trago. La delicadeza del vino se contagia también a su envase. Por ello, saber bien de dónde sujetar la copa resulta necesario, pues para muchos queda la duda de si cogerla por el cuerpo o el cáliz. Se debe agarrar por la base o por el tallo. De no hacerlo así, se puede pasar el calor de la mano al vidrio. El vino es un elemento que puede hacer de los platillos algo excepcional. Conocer la forma en cómo se lleva con el paladar del comensal, así como con los alimentos que se consuma, ayudará a disfrutar más de él.
El Comercio
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