Argentina: Vino, ganancias millonarias y obscena explotación
Entre mates un grupo de obreras de una bodega de Maipú, Mendoza, calcula: en la fábrica, cada 5 minutos se cierra un pale. Un pale son 96 cajas. Cada caja tiene 6 botellas. Estamos hablando de que cada 5 minutos quedan listas para la venta 576 botellas de vino (para el caso no reparamos en su calidad ni etiqueta). A razón de un promedio de $60 pesos de venta: cada 5 minutos están listos para la venta $34.500 de vino. En la fábrica hay 3 líneas, que cada 5 minutos repiten la operación. Unas 100 personas se ponen en actividad para tal tarea. Es decir que en 5 minutos de trabajo colectivo se garantizan 1728 botellas, que por $60 son $103.680. En 5 minutos habríamos embalado la posibilidad de que cada operario se lleve $10.368. Pero el convenio colectivo son $5000 y ningún operario trabaja sólo 5 minutos.
En una de las bodegas más grandes de Mendoza una obrera casi con vergüenza y en medio de una cinta interminable e imparable con botellas, decía: con 23 años de antigüedad, $7100…”muy poco”.
El fruto de jornadas de trabajo de 10 o 12 horas es apropiado individualmente por el patrón vitivinícola, que impone, además pésimas condiciones laborales, de higiene, malos tratos, exposición al sol, al frío, al encierro de un tonel por limpiar, a inhalaciones tóxicas, etc.
Ni siquiera ellas quieren pensarlo más, a sabiendas que embotellan vinos que se cobran más de $100 en un supermercado. Pero si prefieren contar sus dolencias, físicas y de las otras.
Mucha queja…muchos millones
Los empresarios vitivinícolas vienen sosteniendo la denuncia, año tras año, de crisis permanente, producto de varios problemas: caída de las exportaciones, sobre stock de más de 200 millones de litros que achatan el precio del vino y con ello de la uva. Estos problemas combinados están generando particularmente un perjuicio en especial a cientos de pequeños productores del sector, aquellos que tienen menos de 30 hectáreas.
Pero esta crisis no afecta a todos por igual, ni mucho menos. Hay una situación inédita de concentración en torno a cinco grandes pulpos bodegueros: RPB (Grupo Baggio), Grupo Peñaflor, Fecovita, Garbin y Cepas Argentinas quienes claramente vienen aprovechando “la crisis” para avanzar contra los pequeños productores, especulando, imponiendo precios, generando competencia desigual comprando viñedos y bodegas a precios de remate, presionándolos a la bancarrota y llevando a cabo una verdadera expropiación de los mismos. Este viernes salió una nota en el diario Los Andes que las grandes bodegas están retaceando los pagos a los productores: “Fecovita está pagando a 12 cuotas a partir de agosto, cuando la uva la entregaron en febrero o marzo; Peñaflor pasó unilateralmente -ya que no hay contrato que los obligue en precio y forma- a plazos que eran a 8 meses a partir de junio a septiembre. Esta realidad se repite en diversas bodegas, las cuales se escudan en los altos costos. Solo algunas más chicas hacen un gran esfuerzo y pagan antes”. De esta manera especulan los grandes con el precio de la uva y el sobre stock de vino para “regular” a su manera (capitalista) todo el negocio. Los grandes negocian con el gobierno, con los bancos y operan para formar los precios golpeando a los pequeños productores quienes se ven obligados a vender sus uvas a precios irrisorios y en condiciones de cobro en extremo desfavorables.
Pero mientras las patronales se quejan de la baja de las ganancias, y los pequeños productores exigen protección, todos exigen suba de precios, y por sobre todas las cosas: moderación a los reclamos salariales de los obreros.
Evidentemente no estamos ante un problema de escasez…más bien hay claramente una crisis de sobre stock. Y mientras tanto…¿a quién favorece el gobierno?: Es necesario aplicar un verdadero control de precios comenzando por evitar la especulación de las 5 grandes bodegas.
La industria vitivinícola es una de las industrias mendocinas que posee mayor cantidad de trabajo en negro y precario. El buen malbec trae consigo la superexplotación, particularmente sobre los trabajadores de viña, los más explotados y oprimidos dentro de toda la cadena productiva vitivinícola. Con convenios laborales ultra precarios, con prácticas que datan de tiempos semi esclavistas como son el trabajo a destajo o por “tachos cosechados”. De sol a sol es la explotación del trabajo en el campo. Trabaja toda la familia. Mujeres y niños cortan los racimos y ayudan en el llenado de un tacho rectangular de 20 litros. Pero la explotación que empieza en el campo sigue en la fábrica. Según estudios privados y de los propios empresarios hay alrededor de 70.000 trabajadores, tanto en áreas administrativas como de trabajo de bodega y los ligados al turismo. No hay datos oficiales, ni del INV ni de la Subsecretaría de trabajo. Miles de mujeres son empleadas por las bodegas sobre todo en tareas de limpieza, etiquetado, fraccionamiento y estiba; tareas de gran esfuerzo físico y con pagas inferiores incluso que las de los varones.
La propuesta de la izquierda
Es escandaloso el contraste entre los millones que amasaron los grandes bodegueros en la última década y las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores vitivinícolas: tienen uno de los sueldos más bajos de país, padecen los despidos y la precarización laboral. Es básico el reclamo de prohibición de los despidos y suspensiones, el pase a planta permanente de todos los contratados y un salario inicial igual a la canasta familiar. Para los trabajadores de las viñas, fincas y galpones, entre los que se encuentran muchos hermanos inmigrantes, el Frente de Izquierda se planta desde la lucha contra las cooperativas truchas de trabajo, por el blanqueo de todos los trabajadores y un salario mínimo igual a la canasta familiar, tener un plan de empleo intercosecha y una jubilación anticipada por el duro trabajo que realizan.
Desde el Frente de Izquierda se ha levantado un programa de subsidios, créditos especiales, y exenciones impositivas a los pequeños productores; pero también y con el objetivo de resolver y dar una salida de fondo evitando estos atropellos constantes, y para salvaguardar la producción a futuro de cientos de pequeños productores, se propone la estatización de estas grandes bodegas bajo gestión de sus trabajadores.
Este ha sido un punto destacado de la campaña electoral provincial, en la voz de la actual candidata a diputada del PTS/FIT, Noelia Barbeito. Serán los trabajadores quienes podrán desarrollar un plan racional para el sector que contemple el bien colectivo y evite la explotación de los grandes a los chicos, y de los empresarios a los trabajadores.
Mendoza Opina
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