La vendimia más temprana de España, en La Mata
En los viñedos de La
Mata, junto a la misma laguna salada, comienza a finales de julio la que
es la primera vendimia del país. Las peculiaridades de la zona y una
característica producción de vino, mantenida en bodegas familiares por
la costumbre, se reinventan ahora con elaboración más artesanal de los
caldos materos.
Son las nueve de la mañana y el sol ya cae a plomo en las tierras que rodean la laguna de La Mata. Tres días hace que ha comenzado la recogida de la uva en la que es la vendimia más temprana de España y el ritmo de los jornaleros norteafricanos que a las órdenes de un capataz búlgaro se encargan de la cosecha es constante.
En pleno ramadán como se encuentran, los hombres sólo toman la fenomenal solanera. Se mojan un poco la frente y siguen cortando. Que sea la primera vendimia ocasionalmente puede coincidir con otra en la isla de Lanzarote en un país donde se cosecha desde agosto hasta el mes de noviembre, da idea de la singularidad de este secano alimentado por la sal y por un clima extremo.
En las tierras que rodean la laguna de La Mata no hay más agua que la que cae con las pocas lluvias de otoño y primavera, ni más humedad que el rocío salino que deja la influencia del mar y del charco del que antes se sacaba la sal. No hay riegos. El suelo es difícil también. Sus elevados índices de salinidad no permiten aguantar a cualquiera, y hasta la filoxera pasó de largo por aquí cuando no perdonaba ni viñas ni viñedos de toda Europa.
De una parte de estas cepas materas, supervivientes de carácter, espera el bodeguero Rafael Bernabé recoger 8.000 kilos en un par de semanas. Los justos para elaborar 5.000 botellas de vino en cuatro variedades, que incluyen por primera vez un espumoso con las uvas de La Mata, y hacerlo de forma artesanal prescindiendo de procesos químicos que no sean naturales. La elección de viñedos sin pesticidas, el empleo de levaduras naturales presentes en la piel de la uva y algunas elaboraciones con fermentación en tinajas de barro son pautas de su forma de elaborar los caldos y de entender el vino, siempre con la moscatel y la meseguera autóctonas.
La comercialización todavía es esquiva en la zona, acostumbrada a entender el vino matero sólo como producto local de autoconsumo, y desde 2010 las botellas van a parar en su mayoría a mercados como los de Nueva York o Londres o se abren demanda en el norte de Europa, donde los críticos valoran la naturaleza de estos vinos criados entre sal.
Colonos
Los materos sin embargo, colonos de las tierras protegidas, tienen otros usos con sus viñas y sus vinos. Empezando por ejemplo por la misma costumbre de la vendimia, que nunca empezarán antes de finales de agosto porque ellos quieren las uvas con más grado. Algo reacios a vender sus cosechas a otros, es difícil que entiendan otro vino de La Mata que no sea el suyo. De las 80 hectáreas de viñedos que se cultivan en lo que constituye el Parque Natural de la Laguna de La Mata, la mitad se dedican a la uva de mesa, uva de grano pequeño con reflejos de bronce y azúcar tostada por la elevada insolación.
De las 40 hectáreas restantes dedicadas a la elaboración de vino, un 48% de la producción la emplean los propios materos en fermentar sus vinos de toda la vida y venderlo a granel, y el 2% restante (cuatro fincas, la mayoría trabajadas por veterano agricultor Simón Pérez) es lo que representa esta nueva forma de elaboración artesanal del vino de La Mata a la que algún que otro empresario le ha echado el ojo intentando comprar parte de lo que un día fueron otras 100 hectáreas de viñedo, ahora abandonado.
Termina la mañana. Los jornaleros cargan en una furgoneta las últimas cajas mientras los turistas con sus perros por las sombras de unos senderos del Parque Natural que contrastan con el muro de hormigón de la cercana costa. A esta primera vendimia del año le queda todavía más de una semana.
Diario Información
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