La patriótica y cada vez más famosa uva Tannat abanderan el sector enoturístico de Uruguay
Sustentados en la autóctona cepa Tannat, los caldos uruguayos reciben premios internacionales en mercados tan importantes como Francia o España a la vez que aumentan el caché de sus bodegas a pasos agigantados, estableciéndose el turismo enogastronómico como otro de los reclamos del país latinoamericano.
En Uruguay tienen un tesoro en sus manos. La cada vez más famosa uva Tannat, una variedad que crece en climas templados, con precipitaciones abundantes, sol, inviernos fríos y veranos cálidos y secos, es uno de los recursos más representativos del país charrúa. De origen francés, esta cepa encuentra en Uruguay viñedos en cantidades y longitudes aún mayores que en su país nativo: las zonas de Madiran e Irouléguy, al sudoeste de Francia. Con más de un tercio de los viñedos uruguayos copados por esta variedad, el reconocimiento del país como productor de vinos de calidad ha ido en aumento, obteniendo una identidad única que le ha abierto de par en par los mercados internacionales.
Pero Uruguay no es solo Tannat. El Moscatel tiene una producción tan significativa como la de este tipo de uva. Otras variedades importantes pero con menos superficie plantada son las tintas Cabernet Sauvignon y Merlot, y las blancas Ugni Blanc, Chardonnay y Sauvignon Blanc.
El proceso de expansión vinícola uruguayo comenzó en los años 70, con los esfuerzos realizados por algunos viticultores que plantaron uvas importadas, clonadas y libres de virus. Se construyeron bodegas especiales para los vinos finos, haciendo que otros viticultores se unieran a esta tendencia, revitalizando el sector con el objetivo de producir caldos de calidad. En 1987, como resultado de una iniciativa empresarial, fue creado el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI). El INAVI es una institución pública no estatal, dirigida por las propias organizaciones empresariales y presidida por el Poder Ejecutivo del Gobierno Nacional.
Hoy en día, las bodegas uruguayas consiguen medallas y premios en los principales certámenes internacionales, tales como el XII Concurso Internacional de Vinos Bacchus 2014 celebrado en Madrid, donde los representantes charrúas se hicieron con una Medalla de Oro y dos de Plata; o como el concurso Vinalies Internationales 2014 de París, donde los vinos uruguayos arrasaron con 14 medallas, cuatro de Oro y 10 de Plata. En los últimos años, las bodegas autóctonas han obtenido un total de 134 premios, repartidos entre 30 productores, que reconocen la labor de bodegas cada vez más conocidas como Juanicó, H.Stagnari, Familia Irurtia, Viña Varela Zarranz, Castillo Viejo, Leonardo Falcone, Toscanini Hermanos, Bouzá o Agroland, entre otras muchas de las más de 450 existentes en todo el territorio.
Son empresas que exportan ya a los principales destinos de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa consolidando al sector como uno de los principales agroalimentarios de Uruguay y creando un producto turístico que hasta hace pocos años no estaba desarrollado en el país: la enogastronomía. A través del Tannat o el Moscatel, bodegas como Juanicó, Bauzá o Agroland ofrecen menús degustación con asados y otros platos típicos uruguayos maridados con sus principales caldos, así como la posibilidad de alojarse en numerosos establecimientos hoteleros cercanos a las principales plantaciones y productoras de vino.
Un negocio cada vez más en auge, con una producción nacional de más de 69 millones de litros -en los últimos tres años, el país ha producido por encima de los 65 millones de litros todos los períodos-, con unas ventas al extranjero que se han multiplicado por 9, pasando de 1,9 millones de euros en 2011 a 9,2 millones en 2013, una cifra que corresponde a tan solo el 20% de la producción nacional, ya que a las exportaciones internacionales se dedican los caldos más selectos como parte de la promoción de la Marca País, lo que ha posicionando a Uruguay entre los productores y exportadores más exclusivos de vino en Latinoamérica.
Además, Uruguay está en continuo contacto con mercados tradicionales vitivinícolas como Francia o España para la implementación de las estrategias de producción y para la comercialización internacional de sus vinos. De hecho, en esta misma semana, bodegueros del departamento de Canelones están visitando la comarca barcelonesa del Alt Penedès en el marco de una campaña de cooperación público-privada para el desarrollo económico local de ambas regiones. De esta forma, y con el segmento enogastronómico como telón de fondo, los dos países colaborarán en la promoción del turismo sujeto al vino como producto significativo y como reclamo del destino.
Informaria Digital
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