¿Qué vino bebió Jesús?
La producción más antigua de vino data del 4.000 a.C., en el sur de la actual Armenia. Fue el Imperio Romano quien propagó el cultivo. Las técnicas de vinificación eran elementales y los vinos tenían una alta graduación alcohólica. La solución fue rebajarlo con agua en proporciones dependientes de cada vino, costumbre que provenía de la antigua Grecia.
Hacer vino fue justamente el primer milagro de Jesús. Así se cuenta en el pasaje de las “Bodas de Canaán” donde la bebida se acaba y ante el descorazonamiento de los presentes, el Maestro pidió le trajeran tinajas con agua a las que convirtió en vino. Luego mandó al maestresala a que las repartiera al público. El sommelier, exaltó al “excelente vino” producto del milagro.
La vida de Jesús está regada por vino. En el Antiguo Testamento, el vino es símbolo de alegría, bienestar, y curación. En las regiones de la Palestina preferían el vino tinto. Es más, en la Biblia, siempre que se nombra el vino, es tinto. En esas zonas plantaban vides tanto en la llanura, como en las laderas de las montañas, donde solían crear “terrazas” artificiales.
Allí, también existía la práctica de agregar a los vinos ya terminados agua, miel, hierbas o especias. Y además un método muy particular: una vez cosechadas, algunas uvas se dejaban expuestas a la acción de humo caliente, lo cual según los historiadores de la época le daba al vino un típico sabor ahumado. El jugo de uva se guardaba en odres o en pieles de cabra, y tras su fermentación, solo los mejores vinos, puros y sin aditamentos, se depositaban en tinajas durante algún período para que se tornen más fáciles de beber por la acción del tiempo.
Ese vino en su estado más puro, el mejor resultante de la fermentación, con un breve periodo de añejamiento, era el utilizado para las celebraciones religiosas. Recordemos que en la Última Cena se celebró la Pascua. En cuanto a las variedades de uva de aquellos tiempos, tenemos entre los estudiosos discrepancias. Si bien algunos historiadores judíos, y sobre todo los romanos, describen los distintos tipos de uva que existían, no es fácil establecer de qué cepas actuales fueron las ancestras.
Pero casi la totalidad de los expertos reconoce que en las tierras de Jesús dominaba la que sería el antepasado de la actual Syrah, cepa que tuvo su origen en Persia. Podríamos inferir entonces (con determinado margen de error, por supuesto) que la bebida utilizada en la Última Cena por Jesús y sus Apóstoles fue un vino denso, de cierto cuerpo, con un breve añejamiento, sin los aditamentos de la época, graduación alcohólica en torno a los 14 grados y procedente de uvas parientes de la que hoy conocemos como Syrah. Determinar qué gustos y aromas tendría aquel vino es imposible, y no se puede trazar un paralelismo con ninguno de la actualidad , ni siquiera de esa misma zona.
Pero, fantaseando un poco, si alguno de nosotros tuviese la posibilidad de probar aquel vino, seguramente su gusto no sería de nuestro agrado.
La búsqueda del Santo Grial sigue adelante
Muchos filmes y libros han tratado el tema del “Santo Grial”, vaso en el que Jesús bebió durante la Última Cena. En esa misma copa José de Arimatea recogió la sangre de Jesús al momento de la Crucifixión y su recuperación fue una de las fundamentales búsquedas de los cruzados medievales. La Edad Media era “cristocéntrica” y uno de los intereses del hombre medieval era encontrar el cáliz que Jesús usó en la Última Cena: el Santo Grial, por eso gran parte de la literatura medieval gira en torno a su búsqueda. Sin embargo, para la Iglesia el Cáliz se encuentra en la Capilla que lleva su nombre en la Catedral de Valencia. En 1916 se consagró al Santo Cáliz que se sitúa en un templete gótico incorporado al retablo del altar.
El Tribuno
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