‘La Bruja Avería’, un vino de Comando G para nostálgicos de los 80
Para salir de dudas hablamos con Fernando García y Daniel G. Jiménez-Landi, los nombres detrás de esta pequeña bodega en la Sierra de Gredos que produce vinos con DO Madrid principalmente. Acertamos, pero solo a medias, porque lo de Comando G tiene más de un argumento: G de garnacha, de Gredos -donde están sus viñedos- y, por supuesto, de aquellos míticos dibujos animados japoneses.
Un juego que se repite con La Bruja Avería, un tinto joven, con etiquetas de diferentes colores en las que la bruja en cuestión -de rasgos bastante más dulces que la de la televisión, por cierto- va cambiando cada año.
“Hay un vino de garnacha de la zona del Roussillon que nos influenció en nuestros inicios -nos explican- y que se llama la sorcière (bruja en francés). Además, el pueblo de donde salen las uvas (Rozas de Puerto Real) es muy mágico y místico. Y claro, el guiño a La Bola de Cristal que tanto marcó nuestra infancia los sábados por la mañana”.
Pero más allá de la anécdota, Comando G es una bodega que algunos expertos no dudan en calificar como uno de los proyecto vitivinícolas más interesantes de los últimos años. “La idea es hacer vinos de calidad que reflejen zona, suelo, añada y variedad. Con eso hacemos nuestros 3 pilares, vinos con frescura, elegancia y terroir“, apunta Fernando García. Prima la calidad y la seriedad aunque también reconocen que el nombre ayuda a “quitar un poco de clasismo al asunto del vino”.
Si ya de por sí la garnacha es una uva compleja, en este caso se le añaden las peculiaridades de la altitud (entre 900 y 1.200 metros) y de estos viejos viñedos (entre 50 y 80 años) que se reparten en 10 hectáreas, por las laderas de las montañas, en lugares de difícil acceso. Enraizadas en suelo granítico, esta singular bodega apuesta por la agricultura biodinámica y, además, trabaja las viñas con mulas.
Sus creadores se conocieron en 2005 estudiando enología y fue en 2008 cuando arrancó este proyecto. ¿Una locura embarcarse en una aventura así? Puede ser, pero sobre todo es fruto de la pasión, defienden. “Pasión por un trabajo, por el medio ambiente, por el desarrollo rural, por rescatar viñas casi abandonadas, por el patrimonio de nuestro pasado agrícola… Esto hace que te vayas involucrando y desarrollando el proyecto, todo sin perder las raíces”.
El resultado es este La Bruja Avería, un tinto 100% garnacha envejecido 7 meses en barrica y que -como dicen quienes saben mucho más que nosotros- es amable pero también complejo, fruto de esas peculiaridades de las viñas y el terreno. La producción es de 30.000 botellas y su precio anda entre los 12 y los 15 euros.
Además de La Bruja Avería -que definen como “un vino de pueblo”- también elaboran un vino selección de parcelas (Rozas 1o Cru) y un vino de parcela (Las Umbrías). La oferta actual de la bodega se completa con Tumba del Rey Moro (un tinto al filo de lo imposible, aseguran), Rumbo al Norte (“la joya de la corona”) y El Tamboril 2012, un blanco que, como el resto, también es 100% garnacha.
¿Quién dijo que la nostalgia no sirve para nada? A nosotros al menos nos ha servido para descubrir un gran vino mientras recordamos la musiquilla de Comando G y aquello tan premonitorio que gritaba la Bruja: “¡Viva el mal! ¡Viva el capital!“.
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