Ads Top

Un viaje a la bodega más extrema de América

Mucho se ha hablado y mucho se ha escrito acerca de ésta bodega, fundamentalmente por producir vinos tan al sur del mundo. Ubicada en el paralelo 42, sólo es superada en cercanía al Polo Sur por los viñedos de la zona de Alexandra, en Nueva Zelanda, que se hayan a la altura del paralelo 45,5. Por eso, esta nota pretende no ser una más, sino describir en detalle las características del suelo, el clima y el proceso de elaboración de los vinos de Chubut.

El Ingeniero Agrónomo y Enólogo de la bodega, Darío González Maldonado, mantuvo una muy amable y extensa entrevista exclusiva con nosotros, donde nos aportó datos de sumo interés. El emprendimiento es propiedad de Bernardo Weinert, dueño de la súper-famosa bodega mendocina que lleva su apellido, y los vinos que se producen en Patagonian Wines se hacen bajo dos líneas: Piedra Parada los tintos y Faldeo del Epuyen los blancos y rosados.


Las cepas tintas que se cultivan son Merlot y Pinot Noir; y las blancas Riesling, Gewürztraminer y Chardonnay. Todas ellas muy aptas para climas de estas latitudes. Los suelos en los cuales crecen las vides son de origen volcánico (propio de la región), alófanos (formados de los materiales de antigua ceniza volcánica), con buen nivel de nitrógeno para la planta, pH ácido, permeables y que han sufrido glaciaciones. Imagínese Usted las particularidades que un terruño así puede aportar al vino. Éstos suelos tienen una profundidad promedio de 7 metros, con lo cual la vid tiene un amplio espacio para que sus raíces exploren y tomen las riquezas de ésta tierra tan especial.

En cuanto al clima, el régimen de lluvia anual ronda los 900 mm (600 mm en invierno y el resto entre primavera y verano), gracias a lo cual hace 4 años que no riegan artificialmente, en concordancia con el estilo francés. A excepción del 23 de diciembre pasado, hace 11 años que la zona no sufre heladas, gracias a un microclima muy particular, que le permite no correr riesgos de pérdida de producción por ese fenómeno.

El clima en verano es húmedo, con temperatura promedio de 19 grados y una amplitud térmica entre el día y la noche que puede llegar a los 20 grados, ideal para que los compuestos que produjo el grano de uva durante el día sean bien sintetizados en la noche. En tanto que en invierno la temperatura promedia los 9 grados sobre cero. Se cumplen perfectamente las horas mínimas de sol que debe tener la vid para una correcta maduración del fruto, como así también las horas de frío durante el reposo invernal.
En lo referido a los trabajos propios del viñedo, por ejemplo, se siembran plantas leguminosas, para que la vid pueda tomar del suelo el fósforo que aquellas aportaron. No es necesario el uso de pesticidas y tratamientos artificiales, ya que el viñedo goza de una gran sanidad gracias a las condiciones climáticas de la zona. El periodo de cosecha se extiende desde fines de marzo hasta mediados de abril, comenzando con las cepas Chardonnay y Pinot Noir, luego la Riesling y Gewürztraminer, y finalmente la Merlot. En el caso de las tintas los racimos obtenidos son pequeños, sueltos, de granos chicos y hollejo grueso, lo cual es muy bueno para el resultado final, por los aportes que la capa externa de la uva le otorga al vino.

Ya en la bodega, las distintas uvas tienen una maceración prefermentativa por un periodo de 48 horas, para lograr una mayor extracción de aromas. Luego se inicia la fermentación alcohólica por un aumento natural de la temperatura, con una siembra de levaduras especiales producidas en la región de Champagne (Francia), que comparte las características climáticas de esta zona. Los blancos fermentan durante 30 días a 16 grados, y los tintos durante 10 días a 28 grados, con un periodo de maceración con los hollejos de 25 días.

La fermentación maloláctica (que es la transformación del ácido málico de la uva en ácido láctico, lo cual otorga untuosidad) se practica en todos los vinos producidos. Gracias al clima se obtienen altas concentraciones de glicerol (con lo cual no es necesario ningún agregado) y de ácido tartárico (tampoco es necesario añadir ácido en forma de sal), lo que resulta en vinos sanos que prácticamente no necesitan aditamentos para su conservación en óptimo estado.

Las graduaciones alcohólicas producidas son perfectas: de 12.5% a 13.0% en los blancos, y de 13.5% a 14.9% en los tintos. Y el producto final son vinos muy aromáticos, con profunda expresión de la zona de procedencia, acidez marcada, taninos firmes y colores acordes a la variedad, sin sobrecargas de compuestos. Cabe recalcar que la bodega no utiliza la madera de roble en ninguna de sus líneas de vinos, por no considerarlo necesario y para mantener intacta la expresión frutal de los mismos.
Al degustar un vino, es importante conocer su procedencia, para poder apreciarlo y entenderlo en plenitud. No es lo mismo beber un vino de Salta, o de Mendoza, con las características que esos “terroirs” le otorgan, que beber un vino más ligero y con mayor acidez, de un clima templado-frío, como Chubut. Éstos últimos se asemejan más al estilo de vino europeo, y no es de extrañar, ya que varias zonas de producción francesas se encuentran a la misma latitud en el norte, que El Hoyo en la latitud sur. Y le reitero la recomendación de siempre: pruebe estos vinos y determine Usted si le gustan o no, nunca se guíe por opiniones de terceros.


Por Diego Di Giacomo


info@expovinosbariloche.com

www.expovinosbariloche.com

anb

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.