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Syrah con estirpe propia

Al momento de hablar de vinos, a mÔs de un sanjuanino se le llena la boca con el Syrah, y cómo no, si pareciera que esas uvas se enamoraron del suelo y el sol de la provincia. MÔs si alguien hizo la prueba (si no lo invito a que la haga) de comparar este varietal elaborado con uvas provenientes de distintos valles, por ejemplo uno del Tulum con otro de Zonda, o con uno de Pedernal.

Cada uno sacarƔ sus propias conclusiones y podrƔ determinar que unos son mƔs frutados que otros en los que se detecta algo de grafito y especias, pero siempre expresivos aunque con diferencias sensoriales. La verdad es que uno termina concluyendo que no hay con cual quedarse. Dicho todo esto no cabe duda que hay que estar orgulloso de este vino que consumido joven es exquisito y cuenta con tanta estructura que soporta y se retroalimenta de la madera si pasa por barrica para ser catalogado como vino de crianza.
Es un vino amable y sabroso, de color intenso, profundo, es robusto y estructurado, y se pueden decir tantas cosas mÔs cuando uno estÔ ante una copa de Syrah! Por todo esto muchos ya lo han bautizado sanjuanino, claro que tampoco hay que agrandarse tanto a juzgar por la cantidad de hectÔreas implantadas ya que ni siquiera llegan a 4 mil en la provincia. Mucho menos pensarlo como emblema porque el Malbec ya le quitó ese lugar hace tiempo en el mundo y porque Australia desde hace años lo utiliza como su bandera. Claro que nadie puede impedir que en San Juan se presente con abundancia de cualidades y que muchos comprovincianos hagan alardes de esta maravilla.

Como tal, y próximos a la celebración de la Fundación de San Juan, que tanto tuvo que ver en el ingreso de éstas y otras vides que llegaron vía Chile de la mano de los colonizadores, es que nos tomamos la licencia de hablar de

este orgullo local. Que dicho sea de paso, y lejos de las coincidencias, muchas comidas autóctonas se llevan muy bien con él, y digo no por casualidad ya que la experiencia demuestra que los mejores vinos de cada zona van bien con sus propios platos fuertes. Por citar un par de ejemplos, las empanadas salteñas se llevan bien con su exquisito Torrontés, o los mariscos de Chile con su excelente Sauvignon Blanc.

Así el Syrah, resulta ideal para compartirlo en reuniones combinado con guisos de ñandú, infinidad de preparaciones con conejo siempre bien especiado, ni hablar de lo bien que van con quesos maduros, pastas con salsas rojas y carnes generalmente condimentadas como a la cacerola o asadas. El cordero también es una buena razón para destapar un Syrah, así como las carnes de cerdo. Como siempre digo, en esto la clave es experimentar,

ya sea consumido como monovarietal o también acompañando a algún corte como el bien ponderado Syrah-Tannat.

Sus orĆ­genes

Cuando de orígenes se trata, suelen presentarse controversias, y la variedad Syrah no es una una excepción a esta regla. Algunas teorías sostienen que proviene de la ciudad persa de Shiraz, desde donde los fenicios la habrían llevado a Francia y a otros países de Europa. Según otros, viene de Siracusa, en Sicilia, pero ésta versión tiene menos seguidores que la primera. Lo cierto es que en el centro y sur de Francia ha dado lugar a la elaboración de muchos vinos y es desde donde se ha propagado al nuevo mundo, es decir Australia, Chile, California y, por supuesto Argentina. A juzgar por su adaptación, el sol y los climas mÔs secos lo favorecen, y fue Australia quien tomó la punta y no dudó en posicionarlo en el mundo, bajo la denominación Shiraz, por eso es que algunas bodegas exportadoras locales decidieron cambiar Syrah por Shiraz en las etiquetas que salen a otros países porque así estÔ identificado el australiano que ya ha ganado prestigio propio.

Diario de Cuyo

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