El arte del buen beber
Montoya refiere que en la antigüedad al sommelier (experto en vinos) se le conocía como enóforo y era el encargado de probar esta bebida para verificar que no estuviera envenenado.
En la actualidad, cualquier persona puede aprender a catar un vino, proceso que incluye la identificación de sus preferencias, ya sea por los suaves o fuertes. Son los comensales quienes han sabido armonizar los platillos con las bebidas, puesto que se puede comprobar la calidad del vino, del tequila y la cerveza, entre otras.
La cristalería para cada licor se ha estandarizado y se ha concebido para percibir mejor el aroma, según han determinado expertos, así como para lograr una presentación atractiva.
Con medida
Para evitar el consumo excesivo, Montoya recomienda comenzar la velada con vinos suaves, con bajo nivel de alcohol. “Hay que ver al vino como algo elegante; con dos o tres copas se puede disfrutar de una buena cena. Es posible consumir una pequeña cantidad de alcohol con medida y con responsabilidad sin embriagarse”, expresó.
EXPERTO
A diferencia del enólogo, quien tiene conocimientos de la elaboración del vino, el sommelier estudia las clases de esta bebida en el mundo y domina las variedades de uva. Se encarga de averiguar los gustos del comensal para convencerlo de que consuma un buen vino, sin imponer sus preferencias.
TIPOS
Los vinos se clasifican por color —tinto, blanco y rosado—, conocidos como “tranquilos”; por su espuma —cava y champaña—, por su nivel de azúcar durante la fermentación —seco, semidulce y dulce— y fortificados —jerez y oporto—. Esos últimos tienen contenido más alto de alcohol.
AMBIENTE
El vino tinto debe beberse a no más de 18 grados centígrados, para que no pierda sus cualidades. El blanco y el espumoso se disfrutan fríos, a menos de 10 grados centígrados, para que no aumente la acidez. Si el clima es caluroso, se recomienda colocar la botella en una cubeta con hielo en el fondo, para refrescarla.
CATACIÓN
Para comprobar la calidad del vino, se sirve un poco en la copa y se observa que tenga un color agradable y que carezca de partículas. Con el olfato, se busca un aroma placentero. Se mueve la copa para oxigenar el licor y potenciar los aromas. Luego se da un sorbo y se permite que el paladar lo deguste por unos segundos para determinar la permanencia del sabor en la boca.
DESCORCHE
Para abrir una botella de vino se retira la etiqueta que cubre el corcho o “cápsula”, cortándola con una navaja por debajo del gollete. Se introduce el sacacorcho en el centro y se le da vuelta suavemente sin atravesarlo por completo. Por la superficie que estuvo en contacto con el licor se logra determinar su estado. Si tiene un color grisáceo u olor a moho, se sugiere no consumirlo.
CRISTALERÍA
Los vinos blancos deben servirse en copas pequeñas, para que se conserven fríos; los tintos, en más grandes, para apreciar mejor el color y el aroma, y los espumosos se degustan en copas flautas —altas—, para percibir de manera ideal el movimiento de las burbujas.
VARIEDAD
Las clases de vid se dividen en uvas blancas y tintas. Existen unas 10 mil variedades de cepas en el mundo, de las cuales, unas 500 son originarias de Guatemala. La mayor parte se concentra en Italia. Las más famosas son la cabernet sauvignon, merlot y shiraz, de Francia.
MARIJADA
A diferencia de las reglas tradicionales, el vino tinto no solo combina con carnes rojas ni el blanco, con las blancas. La clave es acompañar los platillos sencillos con vinos suaves, y los condimentados o complejos, con sabores fuertes.
Prensa Libre A diferencia del enólogo, quien tiene conocimientos de la elaboración del vino, el sommelier estudia las clases de esta bebida en el mundo y domina las variedades de uva. Se encarga de averiguar los gustos del comensal para convencerlo de que consuma un buen vino, sin imponer sus preferencias.
TIPOS
Los vinos se clasifican por color —tinto, blanco y rosado—, conocidos como “tranquilos”; por su espuma —cava y champaña—, por su nivel de azúcar durante la fermentación —seco, semidulce y dulce— y fortificados —jerez y oporto—. Esos últimos tienen contenido más alto de alcohol.
AMBIENTE
El vino tinto debe beberse a no más de 18 grados centígrados, para que no pierda sus cualidades. El blanco y el espumoso se disfrutan fríos, a menos de 10 grados centígrados, para que no aumente la acidez. Si el clima es caluroso, se recomienda colocar la botella en una cubeta con hielo en el fondo, para refrescarla.
CATACIÓN
Para comprobar la calidad del vino, se sirve un poco en la copa y se observa que tenga un color agradable y que carezca de partículas. Con el olfato, se busca un aroma placentero. Se mueve la copa para oxigenar el licor y potenciar los aromas. Luego se da un sorbo y se permite que el paladar lo deguste por unos segundos para determinar la permanencia del sabor en la boca.
DESCORCHE
Para abrir una botella de vino se retira la etiqueta que cubre el corcho o “cápsula”, cortándola con una navaja por debajo del gollete. Se introduce el sacacorcho en el centro y se le da vuelta suavemente sin atravesarlo por completo. Por la superficie que estuvo en contacto con el licor se logra determinar su estado. Si tiene un color grisáceo u olor a moho, se sugiere no consumirlo.
CRISTALERÍA
Los vinos blancos deben servirse en copas pequeñas, para que se conserven fríos; los tintos, en más grandes, para apreciar mejor el color y el aroma, y los espumosos se degustan en copas flautas —altas—, para percibir de manera ideal el movimiento de las burbujas.
VARIEDAD
Las clases de vid se dividen en uvas blancas y tintas. Existen unas 10 mil variedades de cepas en el mundo, de las cuales, unas 500 son originarias de Guatemala. La mayor parte se concentra en Italia. Las más famosas son la cabernet sauvignon, merlot y shiraz, de Francia.
MARIJADA
A diferencia de las reglas tradicionales, el vino tinto no solo combina con carnes rojas ni el blanco, con las blancas. La clave es acompañar los platillos sencillos con vinos suaves, y los condimentados o complejos, con sabores fuertes.
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