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Los mosqueteros del vino

Dos hermanos, Martin y Mathieu Béraut, han venido seduciendo al mundo con sus vinos que se beben en 42 países; entre ellos, Venezuela. Ambos conducen Domaine de Pellehaut. Esta última palabra se traduce como el "punto más alto", y es que esta hermosa propiedad familiar se encuentra a 180 metros de altitud con vista a la localidad de Montréal-du-Gers, en el suroeste de Francia.

Allí Martin se encarga del viñedo y Mathieu de la bodega, aunque los dos se apoyan en los afanes. Les llaman los mosqueteros del vino porque sus viñedos están en Côtes de Gascogne, la región del afamado d'Artagnan.


La familia Béraut tiene en este territorio una historia de larga data, pues hace más de 300 años está al frente del Domaine de Pellehaut donde cultivan 270 hectáreas. Al inicio se dedicaban al ganado y no han dejado de hacerlo del todo; de hecho, sus abonos se elaboran a partir de estiércol y orujo, lo que permite el poco uso de fertilizantes químicos.

Mathieu Béraut estudió con Yves Grassa en Domaine du Tariquet, así como en Château Beychevelle en Burdeos; fue la mano derecha de Jim Clendenen en Au bon climat en California. A este "mosquetero" le gusta experimentar. "Queremos dar a conocer uvas autóctonas y hemos empezado a hacerlo en vinos donde están mezcladas con uvas más conocidas", explica Mathieu.

Côtes de Gascogne es una zona famosa por sus vinos blancos -85 % de las variedades cultivadas allí son blancas-. Antes estaban en categoría de vinos de mesa pero han crecido en calidad y ascendieron a la categoría vin de pays (vinos de región), asociada a una localidad.

En Domaine de Pelleaut cultivan gran variedad de uvas: ugni blanc, trebbiano, colombard y folle blanche. "Es la cepa ancestral del armagnac y estaba casi abandonada; la replantamos en los 90", dice Martin. Entre las tintas cultivan merlot, syrah, cabernet sauvignon, cabernet franc, malbec y pinot noir.

Cuatro de los vinos elaborados por los Béraut se comercializan en Venezuela. "Son aromáticos, frescos y expresivos, hechos a la antigua usanza pero con ayuda de la tecnología", destaca. El Domaine de Pellehaut Harmonie blanco regala notas cítricas y florales; por su frescura, podría ser buen aperitivo, al igual que su vino rosado con notas de frutas rojas y flores blancas. El tinto Domaine de Pellehaut Harmonie agrada por su balance. Dada su suavidad podría ser buen compañero del pan de jamón. Para disfrutar en sobremesa se propone la dupla Domaine de Pellehaut Été Gascon, muy expresivo en nariz y algo dulce, con un buen pandoro o panetón. Será una memorable despedida.

El Universal

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