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¿Cuándo un vino no es un vino?

Respuesta: cuando los reglamentos europeos dicen que no lo es.

Vertido de la botella, el líquido color rubí parece vino, y al girar la copa circularmente, el líquido huele a vino. Efectivamente, también sabe a vino.

Sin embargo, al menos dentro de los confines de la Unión Europea, el nombre permitido que más se asemeja a vino es “bebida alcohólica a base de frutas”.

Este dictamen es una noticia desalentadora para Chapel Down Winery, después que aplastaron más de dos toneladas de uvas Malbec refrigeradas transportadas por vía aérea desde Mendoza, Argentina, para producir una versión inglesa del legendario vino latinoamericano.

La fruta se transportó hasta la verde campiña de Kent, a una finca de 68 acres (28 hectáreas), un tercio de cuyos campos están cubiertos de vides. En las bodegas se procesó el jugo utilizando equipos y técnicas ingleses, para luego añejarlo nueve meses en barricas de roble estadounidense.

Fue cuando  llegó el momento del embotellado que Frazer Thompson, director ejecutivo de Chapel Down, fue notificado por las autoridades que había violado regulaciones que prohíben el uso de uvas o productos de uva provenientes de fuera de la Unión Europea para producir vino en esa región.

La norma tiene por objeto mantener la “integridad y calidad de los vinos” e impedir, por ejemplo, que los productores importen grandes cantidades de mosto, o jugo de uva, de climas más cálidos, para luego mezclarlo con uvas europeas.

Todo esto planteó un dilema para Thompson: ¿debía denominar las 1350 botellas algo así como “bebida alcohólica a base de frutas”, o por el contrario, ni mercadearlas ni venderlas?

“Es ilegal llamarlo ‘Chapel Down Malbec’ elaborado con uvas argentinas”, dijo Thompson. “No es que sea un asunto debatible, sino que es ilegal”.

Durante décadas, la normativa europea en materia de vino ha generado controversias entre la franja de países meridionales que son los principales productores.  En muchas regiones, se han intensificado los conflictos a medida que se enfrentan siglos de tradición vitivinícola contra la dura realidad de la competencia mundial contra las exportaciones del Nuevo Mundo producidas comercialmente.

Francia ocupa la primera línea de esta batalla; allí los productores aprecian el gusto propio de cada vino como un producto de un lugar específico, o terroir. La mayor parte del vino francés de alta calidad se identifica por su lugar de origen, y no por la variedad de uva.

La producción de determinadas regiones sigue siendo fuertemente protegida. Por ejemplo, el vino espumante de España o Inglaterra no puede venderse como “Champaña”, ya que ésta únicamente se produce en Francia. Este tema suscita emociones tan fuertes que en 2009 los funcionarios europeos renunciaron a las propuestas para permitir a los fabricantes de vino rosado abandonar los métodos tradicionales y producirlo mezclando vino tinto y blanco.

La normativa vigente permite, por ejemplo, importar uvas de Argentina a Marruecos, elaborar allí el vino, y luego importarlo a Gran Bretaña, pero no permite producirlo en el territorio de la Unión Europea.


(Fuente: International Herald Tribune)

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