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Viajes, vino y buena comida: enoturismo al sur de Brasil y placer para los sentidos

La cultura vitivinícola del sur de Brasil ha integrado otros sectores económicos, como el turismo y la gastronomía, para agregar valor a una industria que constituye una seña de identidad de esa región del país.


La producción de vinos finos de Brasil se concentra principalmente en las regiones de la Sierra Gaucha y la Campaña, ambas en el meridional estado de Río Grande do Sul, donde predominan los descendientes de italianos y alemanes que hace más de un siglo introdujeron la viticultura en la zona.

 En la Sierra Gaucha, zona de clima subtropical de montaña y relieve escarpado, está el Vale dos Vinhedos donde se asientan los municipios de Bento Gonçalves, Monte Belo y Garibaldi, y la región de Altos Montes, formada por Flores da Cunha y Nova Padua, que han hecho de la vitivinicultura el eje de su economía.

La vitivinicultura es una actividad que se da en 16 regiones brasileñas y mueve anualmente 2.000 millones de reales (unos 1.000 millones de dólares o 776 millones de euros), según datos de 2011 del Instituto Brasileño del Vino (Ibravin).

EL ESPÍRITU DEL VINO


En la Sierra Gaucha, situada en la parte noreste de Río Grande do Sul, la vocación agroindustrial de los descendientes de italianos se ha aliado al turismo para crear un circuito temático que atrae cada año a miles de visitantes de otras partes del país y del exterior.

“El enoturismo es la ratificación de la importancia de una región productora de vinos”, explicó a Efe Orestes Andrade Jr, asesor de la Ibravin, quien compara la oferta de la Sierra Gaucha con la de Burdeos y Borgoña (Francia), Mendoza (Argentina) o el Valle del Napa (EE.UU).

Bento Gonçalves, el principal municipio del Vale dos Vinhedos, con una población de 109.000 habitantes, tiene una oferta hotelera que incluye desde posadas económicas en el centro hasta establecimientos de lujo como el Hotel & Spa do Vinho, en las afueras de la ciudad, dedicado al universo de la vid.

Situado en lo alto de una colina, frente a los viñedos de Miolo, una de las grandes vinícolas de la región, este exclusivo hotel de estilo europeo ofrece a sus huéspedes una vista panorámica de las vides, así como una amplia gama de servicios de “vinoterapia” que incluyen decenas de tratamientos relajantes y de embellecimiento a base de productos derivados de la uva.

Nada más traspasar la recepción del hotel, el visitante observa la bucólica imagen de los viñedos de Miolo que puede conocer en visitas guiadas, así como los de otras vinícolas de la zona.

Una de ellas es Luiz Argenta, vinícola situada en la vecina localidad de Flores da Cunha, donde en 1929 comenzó el proyecto de producción de vinos finos en Brasil, según explica su actual director, Deunir Luiz Argenta, cuya familia adquirió la propiedad en 1999.

TOURS, MUSEOS Y RESTAURANTES


Argenta, empresario del comercio, transporte y servicios, cuenta que “por pura pasión” por el vino compró la propiedad, que estuvo abandonada durante años y hoy produce quince marcas de caldos finos entre las que destacan los de las variedades Merlot y Chardonnay.

“Recibimos visitas de pequeños grupos de turistas de países tan variados como la India, China, Japón, Francia, Alemania o Chile”, explicó Argenta a Efe.

Su próximo paso es construir un hotel para alojar a los visitantes y montar un museo en la vieja casa de madera que durante décadas fue sede de la vinícola, agrega Argenta al pie de sus viñedos.

Otras empresas, como Viapiana y Perini, también ofrecen visitas guiadas a sus viñedos e instalaciones en cuyos salones sociales suelen celebrarse fiestas de bodas y otros eventos.

Con la llegada de los “enoturistas” han florecido en la zona los restaurantes típicos y en 2004 años se creó en Flores da Cunha la Escuela de Gastronomía, una sociedad de la Universidad de Caxias do Sul y el Instituto de Culinaria Italiana para Extranjeros (ICIF, sigla en inglés).

“El objetivo de la escuela es potenciar la “enogastronomía” mediante la formación de chefs, sommeliers, cocineros y confiteros”, dijo a Efe el director técnico de la institución, Mauro Cingolani, italiano radicado en Brasil desde hace ocho años.

El Comercio

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