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Varietales a pedido de cada cliente

¿Se puede hacer lo mismo de siempre pero de una manera completamente diferente? La respuesta es: por supuesto. El empresario vitivinícola Camilo Aldao da testimonio de ello. Durante un viaje a Francia, Aldao visitó una bodega que contaba con barricas que tenían diferentes nombres y apellidos. Preguntó de qué se trataba. El propietario explicó que realizaba vinos personalizados. En un comienzo lo hizo a pedido de algunos parientes. Luego aparecieron los de clientes privados.

Varietales a pedido de cada cliente


Al regresar a su bodega (Bombal y Aldao), en San Rafael, Mendoza, Camilo implementó el servicio de barricas personalizadas. Los clientes pueden comprar su propia barrica de roble francés y elegir la variedad de uva a vinificar (Chardonnay, Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot). Actualmente tienen 236 clientes (algunos de los cuales tienen hasta 10 barricas propias). "Todo lo hacemos con uvas propias; no compramos nada a terceros, porque sabemos que las uvas bien cuidadas son fundamentales para elaborar un buen vino", indica Camilo.

En el proceso tradicional de elaboración de un vino premium pueden pasar años entre la cosecha de las uvas y el cobro efectivo de las botellas comercializadas. Pero con las barricas personalizadas el ingreso de dinero comienza desde el primer día (mejorando así notablemente el flujo de fondos de la empresa).

Las barricas de roble pueden utilizarse hasta tres años para producir en cada ciclo 288 botellas del vino elegido (es decir que en los tres años la producción es de 864 botellas). También existe la posibilidad de extender la vida útil de la barrica por dos ciclos más mediante el empleo de duelas de roble (zig-zag) que se incorporan dentro de la barrica para aportar los taninos que perdió durante los primeros tres años de uso.

"El año pasado hemos dado un paso más al incorporar el proceso de microvinificación, el cual, si bien requiere de dos barricas para generar una sola partida anual de 288 botellas, permite elaborar vinos de calidad superior", comenta Camilo.

El proceso de microvinificación implica despalillar las uvas, una por una, para luego introducirlas, sin prensar, dentro de barriles de roble francés para que fermenten. Posteriormente se separan la pulpa y la piel de la uva del mosto (jugo), el cual se sigue añejando en roble.

El cliente, además de pagar la barrica, abona las uvas y el embotellado. Y decide -siempre siguiendo las recomendaciones del enólogo de la bodega- el período de guarda de los vinos.

Las botellas pueden tener tres etiquetas diferentes -a elección- y llevan el nombre del cliente. "El sistema permite tener un vino de alta calidad a un valor muy accesible: 12 dólares por botella y 24 dólares en el caso de los elaborados con microvinificación", explica.

La Nación

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