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El vino que te hará saltar

En la desembocadura del Loira, muy cerca de Nantes, se sitúa el más grande jardín vinícola del Muscadet. Una apelación que acoge solo una variedad de uva: melón de Borgoña. Frescos, ligeros y afrutados cuando jóvenes, la mineralidad y complejidad de los vinos se otea fácilmente con el paso de los años. Las aguas del Atlántico que cubrieron esas tierras durante miles de años dejaron tras de sí un rastro imposible de ocultar de fósiles y esquistos.


Sin duda, los sonidos del Muscadet no serían los mismos sin esa capacidad de asimilar lo que transmiten los inertes seres fosilizados en sus cepas.

Muscadet quizás les suene a vinos dulces provenientes de uva moscatel, como el omnipresente Moscato italiano. Nada más lejos de la realidad. Estamos ante una uva, melón de Borgoña, que transforma vinos secos, minerales y con buena capa de acidez. Vinos baratos que quizás por ello se tornen problemáticos, pues si su coste fuera superior quizás serían tan valorados como los glamourosos Grüner Veltliner austriacos. Ojalá los sumilleres se olviden de entronizar este adorable viñedo.

Froggy Wine es un invento de los Luneau Papin, a los que se les conoce como los caballeros del Muscadet. En su privilegiado dominio seleccionan "cuvées" con una precisión admirable y notable. Uvas recolectadas a mano y sometidas a un ligerísimo aplastamiento en las modernas prensas neumáticas, clarificando en frío el zumo resultante para controlar la temperatura a 20º durante cuatro semanas, mientras los azúcares se convierten en sugestivo alcohol. Pero aquí no se acaba todo, el vino permanece en reposo con sus propias levaduras durante siete meses, hasta que se embotella.

Jean Marie, joven propietario, comenta que cuando una pequeña y feliz rana se encuentra con la uva melón de Borgoña, solo puede significar que Froggy sabe lo que debe hacer. Un vino fácil de beber entre amigos, en el aperitivo, en la terraza o en la mesa. Froggy te hará saltar sirviéndolo con gambas, ostras, tapas y quesos refinados. Solo hay que asegurarse de servirlo a un mínimo de 11 grados y en buena compañía.

La Nueva España

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